miércoles, 13 de abril de 2011

Todos locos.

Se amaneció diferente.

Hubo diferentes opiniones.

Yo opinaba que sí.

Yo me fui a la oficina.

A la oficina llevé facturas.

Facturas tenía que ir a pagar.

Apagar la radio era imposible.

Imposible también era volver a la democracia.

Volver a casa rápido fue lo que hice.

Lo que hice también fue jugarle al 22.

El 22 no salió.

Mi perro no salió.

Mi perro comió carne al horno recalentada.

Yo no pude comer.

Me comía los dedos.

Me cortaba un dedo.

Me cortaron la luz.

La luz del celular se prendió.

El celular me avisó.

Yo me paro y aviso que parto.

Se paró el tiempo.

El tiempo estaba lindo.

Yo estaba lindo.

Yo fui con ella.

Ella siempre está linda.

La tarde estaba linda.

La tarde dejó el Colegio vacío.

La tarde no dejó el Colegio vacío.

El vacío se dejó por la mitad.

La mitad dejó de trabajar.

Trabajaban obreros al lado.

Al lado mío, un volquete.

Se volcaban algunas cervezas.

Las cervezas eran ansiedades.

La ansiedad estaba dentro de todos.

Él estaba dentro.

Dentro de todos.

Todos eran cinco mil.

Cinco mil simbolizaba un país entero.

Enteros llegamos al lugar.

No había más lugar.

Ya no había razón.

Ya era de noche.

Y la noche trajo la respuesta.

Su respuesta fue no.

El no, siempre duele.

El dolor me hizo llorar.

Llorar me hace bien.

Me hace bien estar juntos.

Estar juntos provocó algún desmán.

Ellos nos provocaron.

Ellos no entienden de esto.

Esto es locura.

La locura es divina.

Ella es divina.

Ella siente dolor.

Yo siento dolor.

El dolor, algún día, se va.

Él, algún día, va a volver.

2 comentarios:

  1. Una tarde loca.
    Gran relato, un 10, se puede leer entre lineas el amor a la rojinegra y por lo tanto al maestro.

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